Haydn tenía muy buen carácter. Además era muy trabajador y tremendamente apreciado por otros músicos de su época; incluso Beethoven, tan arisco él, le dedicó algunas obras, porque le quería y le admiraba.
También era un bromista. Compuso la Sinfonía de la Sorpresa con un acorde de toda la orquesta en ff después de un prolongado pianissimo consiguiendo que el público desprevenido pegara un bote en la silla. En el andante de la Sinfonía del Reloj podemos escuchar el tic-tac, tic-tac, perfectamente... Le gustaba jugar con la música.
También era un bromista. Compuso la Sinfonía de la Sorpresa con un acorde de toda la orquesta en ff después de un prolongado pianissimo consiguiendo que el público desprevenido pegara un bote en la silla. En el andante de la Sinfonía del Reloj podemos escuchar el tic-tac, tic-tac, perfectamente... Le gustaba jugar con la música.
Papa Haydn le llamaban.
Pero también su paciencia tenía un límite y quiso protestar con música ante su "jefe" el príncipe de Esterhazy, que estaba obligando a Haydn y a su orquesta a permanecer demasiado tiempo alejados de sus familias. Y fue muy sutil en sus reivindicaciones: compuso la Sinfonía de la Despedida, en la que los músicos, uno a uno, van abandonando la sala de conciertos hasta que sólo queda el director. Parece que después de esta protesta, el príncipe reflexionó y volvieron todos a casa.
Pero también su paciencia tenía un límite y quiso protestar con música ante su "jefe" el príncipe de Esterhazy, que estaba obligando a Haydn y a su orquesta a permanecer demasiado tiempo alejados de sus familias. Y fue muy sutil en sus reivindicaciones: compuso la Sinfonía de la Despedida, en la que los músicos, uno a uno, van abandonando la sala de conciertos hasta que sólo queda el director. Parece que después de esta protesta, el príncipe reflexionó y volvieron todos a casa.
La gracia de esta sinfonía, aparte de escuchar la natural y amable música de Haydn, es verla en directo. Tuvimos la suerte de poder hacerlo en el Concierto de Año Nuevo de 2009, que se celebra en Viena, capital europea de la música en el S. XVIII y dirigido por Daniel Baremboim, que demostró el mismo sentido del humor que Haydn. Podemos ver un vídeo del final, cuando ya sólo quedan dos músicos tocando. Del "mosqueo" que pilla el director cuando se empiezan a ir los músicos, pasa a dar bastante pena cuando lo dejan colgado del todo.
Y para el que quiera escuchar las naturales y amables melodías del maestro Haydn mientras los músicos abandonan el escenario, os pongo el movimiento completo. Como es un poco largo os aviso de que el primer músico empieza a salir a los cuatro minutos y medio. Es entretenido verlos marcharse.
No siempre el que más grita consigue lo que quiere. Haydn lo hizo bien. Y Baremboim se lo pasa bomba.
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